domingo, 11 de febrero de 2018

Comicios 2.0 o el retorno de “Operación Triunfo” (2ª parte)

Vivimos un tiempo de filias y fobias en contextos tan dispares como el espectáculo y la política. Dueños no solo de la televisión, sino de las redes sociales, un guirigay de voces defienden lo propio y atacan al contrario, en un cambalache digno del famoso tango de Gardel. Tal vez sea el momento de dar un paso atrás para tomar distancia y, con la lucidez del humor, analizar las cuitas de este tiempo tan “problemático y febril” del que somos espectadores y, nos guste o no, de alguna forma también actores. 

Hace algo más de dos años, a pocos días de que se celebraran las últimas elecciones generales, compartí en este blog una reflexión muy personal sobre la campaña electoral, en el que recogía las disputas entre partidos senior y alevines que competían por el favor de ese votante indeciso o desencantado, que es quien tradicionalmente decide el resultado de los comicios en este país.


Resultados Elecciones Generales 2015.

Google ahora ha tenido la amabilidad de recordarme aquel post, mostrando en mi panel de preferencias las cuitas de los protagonistas del programa televisivo, entremezcladas con las últimas noticias de la actualidad política. Y lo cierto es que escenografía y tono narrativo son tan similares que hacen patente la esquizofrénica realidad que nos envuelve. Las declaraciones de la ganadora del certamen adquieren el mismo peso informativo que las andanzas de un político, de apellido eufónico, que bien podría protagonizar una novela de héroes y villanos. Escoja cada lector (según sus preferencias) el rol que le asigna. 

Con este talante me dispuse a releer el artículo, comparando aquel escenario electoral tan mediático y virtual de hace dos años, con la fiebre votante, penal y leguleya que hoy nos aqueja. Dejando a un lado mi opinión personal sobre quien debería haber ganado Operación Triunfo, cuál sería el mejor representante para el Festival de Eurovisión y, por supuesto, las razones y sinrazones de la crisis institucional más importante de nuestro sistema constitucional, resumo la evolución de algunos de los temas que en aquel momento me llamaron la atención y que sorprendentemente hoy continúan estando de plena actualidad.


Vieja política vs Nueva política.

Albert Rivera y Pablo Iglesias
Probablemente nadie habría apostado por este desenlace entonces, pero el viraje hacia la izquierda, al menos temporalmente, parece estancado, mientras que el giro a estribor gana posiciones, aunque con timón titubeante, como en la conducción por curvas sinuosas donde es fácil derrapar. En la carrera hacia la tribuna, el naranja se impone sobre el morado, el rojo se apalanca y el azul pierde claramente posiciones. A finales de 2015 solo El Mundo Today se habría atrevido a elucubrar sobre un pacto Podemos-Ciudadanos, aunque fuera a favor de una reforma electoral que a ambos podría beneficiar. Algo tan impensable como si alguien nos hablara ahora de un futuro romance entre Aitana y Agoney.


Matemáticas electorales.

La traducción en escaños de los votos ha sido un tema por el que se ha pasado de puntillas en las últimas décadas, incluso tras los resultados de las últimas elecciones generales. La cuestión no es baladí ya que nos plantea la materialización de eso que llamamos "democracia", un sistema en el que quienes ostenten el poder deberían representar a la mayoría. El camino es tortuoso porque permite llegar por carreteras comarcales, que priman los pactos entre partidos sobre la lista más votada. Más aún, la traducción en escaños de los votos es harto compleja si en el cálculo se introduce la variable territorial, dando más o menos peso al recuento según la localidad. Ambas vías plantean situaciones en las que la solución se pierde en el bosque y el concepto de “mayoría” se diluye cuando el resultado del cálculo matemático no es exacto en términos sociales. La vieja máxima de igualdad entre todos los ciudadanos queda en entredicho cuando el peso de un voto depende de la ubicación de la urna.

Y es que no es del todo cierto que el mero hecho de votar implique un ejercicio democrático si no se dan garantías para ello, es decir, para que el resultado otorgue puestos de responsabilidad a quienes representen los intereses de la mayoría. A fuerza de simplificar, corremos el riesgo de que el ciudadano se dirija a su colegio electoral con el mismo espíritu con el que participa en una votación televisiva. Y hay ocasiones en las que la traducción de nuestros votos en escaños ofrece resultados tan sorprendentes como que quien ha quedado en penúltimo lugar entre los finalistas de Operación Triunfo, sea la misma persona a quienes los votantes televisivos le han dado el honor de acompañar a Amaya a Eurovisión. Me muero de curiosidad por esos primeros planos de nuestros concursantes entusiasmados, agitando la banderita, mientras se efectuan las votaciones.

El perímetro de la piel de toro.

Lo que en 2015 compartía titulares con amenazas contundentes como la del terrorismo islámico, hoy se ha convertido en estrella indiscutible del panorama político. En realidad, el tema catalán ha seguido una trayectoria de tenacidad, digna del trabajo de Miriam en la gala televisiva. La historia no comienza, ni mucho menos, con los comicios populares del 1 de octubre, aunque esa fecha debe mucho a la explosión de movilización popular que comenzó a resurgir con los movimientos del 15M, al menos desde una perspectiva cultural que podría resultar muy reveladora para entender fenómenos incomprensibles desde el mero dato objetivo. Intento explicarme. Me refiero a la capacidad de determinados discursos para generar expectativas ilusionantes para un público desencantado por el "malhacer" de la clase política. Sin esta variable es difícil comprender, desde un planteamiento ideológico, la alianza entre un partido de izquierdas como Esquerra Republicana, con uno claramente conservador como PdCAT. Al menos si uno los imagina ejecutando al unísono un programa político que contente a los votantes de uno y otro en temas como educación, sanidad, impuestos, y tantos otros. Pero falta la variable cultural y en el discurso nacionalista los argumentos emocionales no necesitan ser contrastados con datos objetivos. 

Aunque obviamente hay que armar de razones el objetivo y aquí, como en mayo de 1968, la imaginación llega al poder, dicho sea (no me malinterpreten) en el sentido de “imaginario dialéctico”.  Así, se esgrime una tradición con vocación centenaria asignando a Puigdemont nada menos que el puesto 130 en la lista de presidentes catalanes. La cuenta, siendo serios, no sale desde Macià, así que hay que remontarse a la Edad Media para encontrar una figura sin demasiado mando en plaza que (en contra de su intención) podría ser premonitoria, de no encauzarse la situación actual. 


Rueda de Prensa desde Bruselas
Y es que la función de la historia es explicar el pasado para ayudarnos a comprender el presente, pero pocas veces para justificarlo. Más aún si el ejercicio de memoria es deliberadamente selectivo. Apelar a la historia para argumentar las actuales reivindicaciones no es tan elocuente como parece si comparamos (por ejemplo) el peso de Cataluña y Castilla hace cinco siglos con el que actualmente tienen ambas comunidades. En este caso no sale la cuenta "oprimido-opresor", pero hay que reconocer que tiene su gracia entregarnos a evocaciones de este tipo si pensamos que ese retiro del líder independentista en Bélgica amenaza, como antaño Felipe el Hermoso, con volver loca (aunque no precisamente de amor) a la corona de España. Por no hablar de las "vibraciones históricas" emitidas por un enclave como Waterloo, no muy apropiado si uno recuerda que fue allí donde tuvo lugar la más sonora derrota de Napoleón. Recuerden los aficionados a los memes que para divagar disponen hasta de banda sonora, por cortesía de ABBA.

Y al hilo de grandes éxitos musicales de los setenta, entre los “imaginarios” esgrimidos no podía faltar la iconografía franquista. No solo se evoca la figura del preso político, encarnada por los políticos actualmente en prisión, sino también aquellas temibles cargas de "los grises", vomitadas ahora en tonos pardos por un cómico "Barco de Piolín". Ya hubiera querido la revista satírica El Jueves idear por su cuenta una imagen tan ocurrente. Otro tanto ocurre con la figura del exiliado, mucho más glamurosa que la del emigrante. Cosa distinta es que sea objetivamente comparable la situación de quienes huyeron tras la Guerra Civil (para salvar su vida, no lo olvidemos) con la situación actual. Menos aún hay parangón con la incertidumbre de aquellos emigrantes que marcharon al extranjero buscando ganarse la vida con su trabajo. Lo del sudor en la frente parece que no va con nuestra casta política. En este caso además no se atraen precisamente divisas. Más bien parece que nuestros políticos estén empeñados en espantarlas.


La Transición.

Valorada hasta ahora como ejemplar, los últimos acontecimientos hacen saltar por los aires la imagen de aquel mítico consenso. Tanto es así, que en los recuentos de efemérides a celebrar este año, recogidos por los distintos medios, suele obviarse (incluso en este mismo blog) que, casualidades del destino, precisamente en 2018 cumple cuarenta años la Constitución que devolvió la democracia a este país. Y sin embargo nunca, salvo en su nacimiento, ha estado tanto de actualidad como ahora, aunque solo sea por ese artículo 155 en el que no había reparado el común de los mortales y que probablemente quienes lo redactaron cruzaron los dedos porque nunca se tuviera que aplicar. Al menos esa pareció ser la intención con el equilibrio apenas enhebrado entre comunidades autónomas de primera y segunda división, vigente hasta hoy.


Y es que en cuatro décadas cambia un país y da tiempo a que crezcan varias generaciones de ciudadanos en un entorno que afortunadamente varía mucho de abuelos a nietos. Si a ello unimos una cultura que da más peso a los conocimientos prácticos que a la formación del pensamiento, no puede sorprender que un joven pueda conocer (siendo optimistas) el resultado de aquella suma que se realizó en 1978, pero ignore las condiciones en las que los distintos factores se alinearon antes del signo igual. Y es que en la política el orden de los sumandos tiene su importancia.

Por ello la percepción de lo que está ocurriendo es tan distinta dentro y fuera de Cataluña, pero más aún, si el que opina llegó a ver o no a Franco en la tele y no digamos si cojea del pie izquierdo o del derecho. Sin entrar a valorar cuál pueda ser el desenlace, comprenda el lector la confusión que produce la actualidad política a un individuo nacido en el siglo XX. Casi tanta como la indignación que sintieron los seguidores de Ana Guerra cuando algún jurado se atrevió a menospreciar su trayectoria, obviando grandes éxitos como su interpretación de "La Bikina".   

Así las cosas, los ciudadanos acudimos a los medios esperando encontrar la ocurrencia del día, ya sea en boca de Puigdemont o del televisivo ROI. Hoy por hoy es difícil prever el destino profesional de uno y otro, pero lo que sí han logrado ambos es convertirse en invitados estrella de cualquier programa que quiera subir audiencia.Y como hablamos de temas entre artísticos y emocionales debo confesar que me encuentro tan expectante por ver si en el futuro retorna ese famoso "seny" catalán, como por comprobar si un tema como "Tu canción" realmente consigue que este año no hagamos el ridículo en el Festival de Eurovisión.

Conste que no tengo intención de trivializar ninguna aspiración ideológica. Solo constato la evolución de la escena política hacia el mundo del espectáculo. Comprendo el afán de las estrellas de Operación Triunfo por atender a su público. Pero me gustaría que en el campo de la política nuestros representantes dedicaran menos actividad al Twitter y más a las instituciones. Sin duda me estoy haciendo mayor.

Miedo me da que además se sumen a la fiebre de los vídeos en directo. Aún intento recuperarme de la propuesta sobre el nombramiento de un presidente por email. Al fin y al cabo no es lo mismo votar quién debe ganar el certamen de Operación Triunfo, que elegir a las personas de cuya actividad (y sentido común) va a depender la solución de problemas tan poco glamurosos como el paro o las pensiones, la educación o la sanidad pública. Me temo además que las cuitas políticas se cuelen entre bambalinas, como el agua en una gotera, manchando lo que tocan. Si no me creéis pensad en la polémica formada con el arranque de algunos "triunfitos" cantando "Els Segadors" y Marta Sánchez poniéndole letra al himno nacional. Eso sí, reconozco que me parece más inofensivo el desembarco de los artistas en el mundo de la política, que el de los políticos en el mundo del espectáculo.
Con este talante, releyendo los avatares de “El principito” cuando abandonó el planeta del vanidoso, no puede parecer más acertada la conclusión del protagonista al afirmar que “las personas grandes son decididamente muy extrañas”. El problema ahora es que unos y otros nos intentan vender  en la escena política elefantes devorados por boas, cuando lo que nos están dibujando son insulsos sombreros.

Al menos los chicos de Operación Triunfo parece que se esfuerzan. Ya veremos si consiguen que este año logremos un puesto digno en el Festival de Eurovisión. Por el momento el concurso musical ha concluido esta edición, aunque en la gala final no pudiera cantar, como estaba previsto, el inefable David Bisbal.

Esperemos que el resto del espectáculo mediático al que estamos asistiendo también baje el telón. Lo mismo sirve de inspiración el recurso de OT, incluyendo una improvisada cuña romántica para sustituir la actuación frustrada del invitado estrella. De todas formas, por ritmo y letra, me gusta mucho más un tema como "Lo malo". Fue la opción más votada para cerrar la Gala y además tiene un punto reivindicativo. Al menos hay alguna ocasión en la que parece que realmente gana el mejor.

domingo, 4 de febrero de 2018

Efemérides 2018, ironías de la historia

Ya sea como recurso literario, en esos cuentos cuyo fin nos devuelve al inicio, o en la concepción de los estoicos de un mundo condenado eternamente a destruirse y renacer de sus cenizas, si hay un año en el que efemérides y actualidad nos plantean socarronas ironías es, sin duda, 2018. 

Nunca la historia estuvo tanto de actualidad, en pocas ocasiones las efemérides coincidirán tanto en conmemorar hechos heroicos y deleznables a la par. Y es que 2018 nos trae celebraciones para todo tipo de gustos, fobias y filias. Y como esas nubes a un tiempo fugaces e inmutables, que evocaba Azorín cuando afirmaba que “vivir es ver volver”, este año veremos pasar, parafraseando al novelista, “angustias, alegrías y esperanzas”.


Ocurrió hace medio siglo

La primera imagen que asalta nuestra memoria, cuando miramos atrás, probablemente sea la de aquel irreverente mayo francés, que extendió el grito de "imaginación al poder", inmortalizando no ya los sucesos de aquellos días, sino una revolución cultural que traspasó fronteras, enarboló la canción protesta como seña de identidad e inundó el paisaje urbano de melenas y minifaldas. Sin embargo, medio siglo más tarde de que adquirieran carta de naturaleza causas como la de la liberación femenina, aún hoy nos encontramos con casos escandalosos de discriminación o maltrato por razón de género e incluso habrá que esperar al mes de junio de 2018 para que en un país como Arabia Saudí las mujeres dispongan de algo tan inocente como permiso para conducir.  No parece que el tiempo transcurra a la misma velocidad en todos los lugares del planeta, ni que los cambios calen tan hondo como uno cree.

Y hablando de pacifismo y avance en las libertades políticas, pensar en 1968 también nos devuelve el recuerdo de otros acontecimientos como los tanques rusos en la Primavera de Praga, abortando la apuesta de Checoslovaquia por abrir una vía no totalitaria al socialismo. Aún había que esperar casi veinte años para que soplaran nuevos aires en el Kremlin.


Cien años desde…

Anastasia Romanov
Para quien prefiera conmemorar centenarios, volverá el recuerdo de la ejecución de los Romanov y sin duda la prensa recogerá aquel sinfín de románticas elucubraciones sobre el destino de Anastasia, la hija menor de los zares. Pero, como si el destino quisiera devolvernos la confianza en una humanidad donde caben todos los pelajes, no podemos olvidar que solo un día más tarde de aquello nació, casi en las antípodas, nada menos que Nelson Mandela, adalid de la lucha contra el apartheid y primer presidente negro de Sudáfrica, elegido en unos comicios que inauguraban en su país el sufragio universal hace apenas 24 años. 

Y hablando de coincidencias macabras ocurridas hace un siglo, tendremos que recordar cómo se aguó la alegría del final de la Primera Guerra Mundial con los estragos de la peor pandemia conocida en el mundo contemporáneo, una gripe que acabó con la vida de varios millones de personas en todo el planeta, causando más bajas que el propio conflicto en cuatro años. Ironías de la historia, la paz se firmó a las cinco de la mañana y se acordó el alto al fuego a las once horas, con la intención de que ninguno de los bandos dejara de disparar antes que el enemigo. Quedó a salvo el honor, pero no evitó que durante seis horas continuaron las hostilidades causando cerca de 11.000 bajas… aunque la guerra ya había terminado. Cosas de la política. Por cierto, recuerden los aficionados a la numerología que aquella paz se firmó un día once, del mes once, a las once de la mañana. Ya es casualidad.

Firma del Armisticio de Compiègne

Pero para mala suerte, la llegada de la segunda oleada de una gripe, cuyo primer caso parece que se detectó en Kansas el 11 de marzo de 1918 (de nuevo el número once jugando malas pasadas). Sin embargo, aquella pandemia que causó estragos desde Estados Unidos a China, devastando Europa, se conoce como “gripe española” aunque hay constancia de que el foco original en ningún caso estuvo en este país. He aquí una nueva ironía de la historia. En España no se encontró el origen de la infección, pero sí fue el único país europeo que no ocultó en la prensa la noticia, algo que sí hicieron los muy liberales países de su entorno, censurando la información para no alarmar a ciudadanos vapuleados por los estragos de la Guerra. En esta ocasión, la transparencia informativa parece que nos jugó una mala pasada que el resto de países se apresuró a magnificar, colgándonos el sambenito de tan dudoso honor. Por cierto que aún pasea por Luarca, ya centenario, el último superviviente en nuestro país de aquella gripe, que no hizo distingos de edad ni condición, infectando hasta al propio rey, Alfonso XIII. 

Gripe "española". Hospital en Kansas.

Efemérides en clave “rojigualda” (de más o menos bandas)

Expertos en no esquivar leyendas negras y siempre inquietos por no herir susceptibilidades, es probable que los recopilatorios de efemérides en los medios españoles pasen de puntillas por una mucho más lejana en el tiempo. Hace la friolera de 1.300 años comienza la Reconquista, con el reinado de Don Pelayo, primer rey astur, dando el disparo de salida para el fenómeno más importante de nuestra historia medieval, que se inicia precisamente en el año 718.

Un problema que no parece tener la página oficial del gobierno catalán en su recopilatorio de efemérides locales, celebrando a bombo y platillo los 150 años del nacimiento de Pompeu Fabra y el centenario de la publicación de su gramática catalana. En realidad este año se cumplen cien de la primera edición de la obra en catalán, ya que la publicación realmente vio la luz en 1912… pero en castellano.

Pompeu Fabra i Poch
Hay que reconocer que esto de las efemérides tiene su sesgo, por lo que personajes celebrados por unos son denostados por otros y este es el caso de Pompeu Fabra que, en contra de lo que podamos creer, tuvo más que palabras con alguno de sus paisanos y colegas como fue el caso de Ramón Miquel y Planas que llegó a acusarle de “gran mongol filológico”. La bronca no fue pequeña y este autor, que fue director de la Sociedad Catalana de Bibliófilos, precisamente en 1918 llegó a afirmar que  Cataluña nunca antes había sido víctima «de una tiranía tan odiosa como la que hoy ejercen nuestros gramáticos puestos al servicio de Fabra». De nuevo, como diría Azorín, “vivir es ver pasar” y “ver volver”.

Tirante  el Blanco 
Portada edición 1511
La página citada se apunta el tanto, dentro de las conmemoraciones oficiales, de la muerte hace 550 años de Joan Martorell, autor de la novela de caballerías Tirant lo Blanch, obra cumbre del denominado siglo de oro de la literatura valenciana, escrita 400 años antes de la publicación de la primera gramática catalana. Ahí queda el dato, no viene al caso de estas efemérides entrar en las disquisiciones sobre el parentesco filológico entre el valenciano y el catalán. Y para dudas, incluso la de la fecha de fallecimiento que otras fuentes fijan en 1465 y no 1468.

Al margen de ello, es obvio que el rescate de efemérides en cualquier medio (incluyendo este blog) es siempre subjetivo. A propósito, otro evento citado por el Gobierno Catalán son los setecientos años de la creación del Archivo General de la Corona de Aragón, con referencia explícita al Archivo Real de Barcelona, del que se resalta que custodia los documentos propios de los condes de Barcelona, aunque no sea precisamente esta la colección más valiosa, desde un punto de vista histórico, de la institución.  

Las alusiones al patrimonio de Aragón y Valencia en la política conmemorativa catalana hacen pensar no en falta de rigor, sino en un alcance cultural amplio, incluyendo fechas relevantes en su perímetro. De ser así, lo que echo en falta es alguna referencia del salto a las Indias, por su impacto en una política comercial que cambió el foco del Mediterráneo al Nuevo Mundo. Puestos a rescatar efemérides, habría completado el círculo recordar la incorporación formal de América a la Corona de Castilla, acordada en 1518 durante unas turbulentas cortes reunidas en Valladolid. Lo sugiero más que nada porque el efecto colateral fue una ampliación sin precedentes de expectativas. Pensemos, sin ir más lejos, en la proyección incluso hoy en día para industrias tan florecientes como la editorial.


75 años desde la Batalla de Stalingrado

Sophie Scholl fue ejecutada en 1943
Rebobinando en el tiempo, nos pilla un poco más cerca, los 75 años transcurridos desde la Batalla de Stalingrado, que cambió el curso de la II Guerra Mundial, aunque tengamos la idea, apuntalada por la historiografía de Hollywood, de que el mérito se lo llevó el desembarco en Normandía. 1943 tuvo mucho peor saldo para Auschwitz, con la llegada del psicópata Josef Mengele, enfundado en su bata de médico. Y en otro orden de cosas, esta vez gracias al cine, es posible que las efemérides no pasen de puntillas por el asesinato de Sophie Scholl, una de las integrantes del  movimiento de resistencia al Führer “La Rosa Blanca”, fundado por su hermano, cuyos avatares han sido inmortalizados en la gran pantalla.


Celebridades 

Martin Luther King, asesinado en 1968
Cambiando de tercio, este año también da ocasión para recordar sonoros magnicidios, y aplico el término a grandes hombres por su contribución a la humanidad. Hace setenta años fue asesinado Gandhi y hace cincuenta Martin Luther King, ambos sacrificados en defensa de unos ideales inasumibles por una intransigencia que desde siempre campa por sus respetos en todas las latitudes. 

Como contrapunto de tan aciagos sucesos cumple 75 años una obra inmortal, “El Principito”. Este alegato de la verdad vista por la inocencia de la infancia, publicada en 1943 se ha convertido por mérito propio en incuestionable obra de cabecera para generaciones en todo el mundo y una de las más importantes de la ya de por si fecunda literatura francesa. 

Regresando a España, las efemérides culturales están cuajadas de nombres. Hace cien años nacieron, entre otros,  Enrique Tierno Galván y Fernando Díaz-Plaja. Se cumple medio siglo de la muerte de León Felipe y Ramón Menéndez Pidal.

Retrato de Margarita Nelken
Julio Romero de Torres (1929).
Y entre las celebridades a recordar se encuentra una de las más polémicas. Nada menos que Margarita Nelken, adalid del feminismo en los años treinta aunque no apoyara el voto femenino en las trifulcas de las cortes republicanas, amiga de personajes como Perez Galdós o Ramón y Cajal, primera traductora de las obras de Kafka, y prestigiosa crítica de arte durante su exilio mejicano. Pasó a la historia por ser una de las tres primeras diputadas en las cortes españolas, pero también por su relación con la violencia que padeció el Madrid republicano, siendo vinculada por algunos con la matanza de Paracuellos. Juzgue cada cual luces y sombras del personaje, odiada y admirada a partes iguales. 

Por cierto, otro centenario literario a recordar es el estreno en Madrid de La Venganza de Don Mendo, una de las cuatro obras más representadas de todos los tiempos en España junto con Don Juan Tenorio, Fuenteovejuna y La vida es sueño. La obra es un elocuente exponente de guiños entre el pasado y el presente en clave de humor, haciendo del anacronismo virtud.

Y en este viaje por el túnel del tiempo no podemos olvidar que en 1968 España ganó el Festival de Eurovisión, de la mano de Massiel con aquel célebre "La,la,la" que Joan Manuel Serrat, candidato inicial propuesto por TVE, tuvo el valor (en plena dictadura franquista) de negarse a cantar en castellano.

Cincuenta años después, de alguna forma lo ocurrido entonces vuelve a estar de actualidad... y no lo digo solo porque sea inminente la celebración del certamen en Lisboa, bajo el lema "Todos a bordo", evocando la diversidad, el respeto y la tolerancia.


Y en 2018…

Como vemos, no faltan acontecimientos y personajes para el recuerdo en este año recién estrenado. En algunos casos mucho me temo que los medios alternarán sus referencias al pasado con noticias de actualidad que nos harán recordar aquello que decía Carlos Marx de que “la historia se repite, primero como una tragedia, y luego como una farsa”.  Por eso, personalmente, me acojo a un talante más optimista (y práctico), evocando a Churchill cuando decía que “si abrimos una disputa entre pasado y presente, encontraremos que hemos perdido el futuro”.

Winston Churchill. Sus textos pasan
 a dominio público en 2018. 
A propósito, precisamente este es uno de los autores cuyas obras pasan a dominio público en 2018, lo que nos dará la oportunidad de disfrutar con libre acceso de muchas de las obras maestras de la literatura universal, como ocurrió desde el año pasado con el legado nada menos que de García Loca y Unamuno.

No hay nada como disponer de facilidades para consultar en la fuente original lo que otros nos cuentan ¿no os parece?.  Porque la verdad tiene muchas perspectivas y la historia demasiadas orillas para reconstruir un retrato fidedigno del pasado. Por eso, como despedida, recupero de nuevo a Churchill, entre cuyos méritos se encuentra el de ser una de las mayores fuentes de inspiración para el rescate de frases celebres (junto a Groucho Marx):

"Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema".

Genial. ¿No os parece?.

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Imagen de cabecera: BiljaST / Pixabay